Espiritualmente Incoherentes

No crees en mi Jesús como Dios y Salvador, más bien le ves como una opción más dentro del espectro de los grandes filósofos, filántropos y filólogos de la historia. No valoras Su Palabra como divinamente inspirada, más bien la consideras como un manojo de inexactitudes y anacronismos, en el mejor de los casos con cierto valor cultural y de formación humana. No crees que necesitas ser salvado, perdonado, restaurado, como creo necesitamos todos los nacidos de mujer. Tienes tu propia interpretación e idea de Dios, eres «espiritual» pero no creyente y mucho menos cristiano… Entonces, si no procuro imponerte lo que creo, lo que firmemente entiendo es la verdad (en singular), por qué quieres ridiculizarme por no aceptar tus ideas? Por qué puedes llamarme «intolerante» y yo no puedo decirte que «por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús» ‭‭(Romanos‬ ‭3:23-24‬; RVR1960)? Por qué si mi fe no te sirve para vivir diferente sí debe servirte para apoyarte a ti en tu forma de vivir? Al final quieres que el Dios en quien no crees te vindique, que la Santa Palabra que desdeñas te bendiga y celebre tus logros, y que la fe que no te interesa para salvación eterna  te haga sentir bien… No te parece incoherente? No crees que al final estás sólo buscando la aprobación del Dios que rechazas, pensando que de verdad puedes imponer tu juicio y tus normas delante de Él? Recuerda esto:

“Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: Por qué me has hecho así?”

‭‭Romanos‬ ‭9:20‬ ‭RVR1960‬‬

Reflexiones sobre Cristo y su Nueva Religión según la plantea Lucas en su Evangelio

“Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él,diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.” (Lucas 14.25–33, RVR60)

El Evangelio de Lucas es uno de los libros del NT que declaran su propósito de manera indubitable (Juan, Apocalipsis, Judas, etc.):

“Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.” (Lucas 1.1–4, RVR60)

Lucas escribe al «excelentísimo Teófilo»; sólo Lucas utiliza la expresión (kratistos – κράτιστος – «lo más poderoso, lo más noble, lo más fuerte»). Además de Teófilo, Lucas nombra como «excelentísimos» a Félix, gobernador de Judea por decreto de Claudio (Hch. 23.26, 24.3) y a Festo, su sucesor nombrado por Nerón (Hch. 26.25).

La sociedad romana y sus funcionarios se caracterizaban, entre otras cosas, por su interés desmedido por la fiestas y el entretenimiento. Pareciera ser que Lucas tenía esto en mente al hablarle a Teófilo, pues es el evangelista que con más frecuencia cita sucesos y enseñanzas relacionados con cenas y fiesta:

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La primera de las cenas-fiesta no relacionadas con el judaísmo que menciona Lucas la ofreció Mateo Leví, el publicano que recibió a Cristo como Señor y Salvador:

“Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y dejándolo todo, se levantó y le siguió. Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.” (Lucas 5.27–32, RVR60)

Este episodio de la vida del Señor se relaciona estrechamente con el inicio de lo que he venido a denominar como la Sociedad-Ministerio de los Pescadores de Hombres, iniciando con Pedro, y muy probablemente Andrés, Juan y Jacobo:

“Aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios.Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes.Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red.Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él, y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres.Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron.” (Lucas 5.1–11, RVR60)

Pedro fue provisto por el Señor con todo lo que necesitaba y más tan sólo para que este apreciara lo que realmente tiene valor en esta vida!!! Sin duda, siendo un pescador, Pedro debió quedar impresionado por el resultado de la pesca (considerando que era una hora y un lugar poco apropiados para obtener resutados de cualquier tipo, menos tan ricos y poderoso), y de haber sido Pedro un creyente del S. XXI hubiese testificado de como pudo «arrebatar su bendición», y retirarse como un don, lleno de bienes materiales conseguidos de tan prodigiosa y milagrosa pesca. Sin embargo, para lo que sirvió esta pesca fue para mostrar a Pedro que tener el mayor de los éxitos no sirve de nada si no se sirve a Cristo. Pero volvamos a la fiesta de Mateo Leví, pues allí Jesús responde a sus antagonistas fariseos, saduceos y maestros-doctores de la ley, estableciendo que la vieja religión y sus hábitos y mandamientos humanos no son compatibles con la nueva religión que nuestro Señor ha venido a inaugurar:

“Entonces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben? Él les dijo: ¿Podéis acaso hacer que los que están de bodas ayunen, entre tanto que el esposo está con ellos? Mas vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días ayunarán. Les dijo también una parábola: Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo; pues si lo hace, no solamente rompe el nuevo, sino que el remiendo sacado de él no armoniza con el viejo. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán. Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan. Y ninguno que beba del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El añejo es mejor.” (Lucas 5.33–39, RVR60)

Es por esto que las fiestas que se narran en el contexto inmediato del pasaje que leímos en principio son tan importantes para el mismo y a la vez coherentes con la intención de Lucas en todo el libro: llevarnos a un conocimiento elevado y completo de las cosas (el evangelio en que hemos sido instruidos). La primera de las fiestas del capítulo 14 nos centra en un principio cristiano muy valioso que es el vivir siendo humildes y desprendidos:

“Observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió a los convidados una parábola, diciéndoles: Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él, y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar. Mas cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa. Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido. Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos. Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios.” (Lucas 14.7–15, RVR60)

Pero es la segunda (la parábola de la gran cena) la que a mi modo de ver se conecta mejor con los versos que leímos en principio; fíjense no simplemente en la parábola, que de ser tan familiar somos tentados a no prestar atención a sus detalles, pero además en las excusas de los convidados a la gran cena para no asistir:

“Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios.Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos.Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado.Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Vé pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar.Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.” (Lucas 14.15–24, RVR60)

Las excusas: el negocio, el trabajo y el deleite físico (definitivamente es a lo que se refiere Moisés cuando dice que el recién casado es libre de las actividades de guerra para «alegrar a la mujer que tomó»). Han pasado más de 1950 años de estas palabras, y todavía conservan su vigencia! La vida cristiana no es una de autogratificación, disfrute y desarrollo personal. No es posible comprometerse con Jesús para luego continuar con un enfoque mundano de la vida, una obsesión por el bienestar personal. Nuestro llamado es mucho, mucho más grande que eso; lo que nos lleva a nuestra reflexión final, veamos:

“Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.” (Lucas 14.25–26, RVR60)

“Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.” (Lucas 14.27, RVR60)

“Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.” (Lucas 14.33, RVR60)


Nuevo «ANATEMA»

Este es el funeral de «Gilbert», quien fuera asesinado de 11 balazos en uno de esos intercambios de disparos tipo películas del viejo oeste, donde los villanos son acribillados y los héroes no reciben ni un rasguño. Al leer la noticia en DiarioLibre.com me encontré con este párrafo:

«Cientos de jóvenes tomando whisky «etiqueta negra» y cerveza, cantando reggaetones, salsas y canciones del grupo Tercer Cielo, caminaron todo el trayecto en motores, bicicletas, camionetas, carros y a pie, hasta el camposanto»

Sepelio de "Gilbert"

Sepelio de «Gilbert»

Que triste! Triste cuando el mensaje de Cristo se disfraza y se tuerce tanto que termina cualquierizado. Esta nueva forma de «anatema» (según Pablo en Gálatas 1.6-10) es un mensaje que no tiene poder y que da falsas esperanzas, que pierde en lugar de salvar. Que triste cuando los cristianos en lugar de brillar y destacarnos queremos ser populares. Ponemos a un lado el propósito por el que estamos aquí, ser sal y luz de la tierra.

Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferenteNo que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo» (Pablo en Gálatas 1.6-10)

Como bien enseña Pablo, la meta no es agradar a los hombres, no es ser populares entre ellos. No podemos hacer del evangelio «agua de melao», pues entonces deja de ser el evangelio y se convierte en maldición. Maldición para los que lo creen, pues refugiados bajo un manto falso de esperanzas se pierden eternamente; maldición también para los que lo propagan, pues se hacen a sí mismos culpables de la sangre de aquellos que se perdieron.

El evangelio es de Dios, no de hombres, agrademos a Dios entonces!

Las sociedades se parecen a sus “dioses” – primera parte

Al observar el desarrollo de la religión en sus diferentes formas, desde los primitivos dioses tribales, familiares o personales, pasando por los sofisticados dioses de la mitología griega y las diferentes manifestaciones espirituales de sistemas como el budismo, el taoísmo o el confucionismo, hasta llegar a las expresiones de fe contemporáneas, siempre la creencia de la sociedad acerca de lo divino a marcado pauta para establecer los más altos estándares de vida piadosa y de moral.

Los "filodioses" orientales

El concepto de la divinidad en cada sociedad se convierte en el estándar más alto, por lo que la idea de agradar o satisfacer a esa divinidad mueve a los individuos a adoptar una forma de vida, un sistema de creencias e ideas, que procuran agenciarle la benevolencia de dicha divinidad. Esto es así desde el animismo hasta el secularismo, y no es menos cierto entre los que profesamos alguna forma de teísmo.

Después de siglos de lucha en procura de erradicar el concepto de Dios, la sociedad occidental ha cambiado su enfoque: abrumada por cada vez más abundantes evidencias de que el equilibrio en el universo para dar vida a un insignificante planeta como el nuestro no puede ser consecuencia del azar, hoy acepta y aupa la espiritualidad como de cierto valor, y sus efectos como beneficiosos. Sin embargo, este regreso a la espiritualidad en occidente se ha hecho sobre las bases del secularismo más puro, por lo que los nuevos (y a la vez viejos) conceptos espirituales y sus esfuerzos tienen hoy al hombre y la naturaleza como el centro mismo de todo sistema espiritual.

Debido a lo anterior, el hombre no ha procurado encontrar en Dios respuesta al porqué de su existencia, más bien a definido a Dios en función de sus propias limitaciones y necesidades, y de cómo este Dios puede ayudarle a satisfacerlas. Dios ha pasado de ser Señor a ser siervo, recadero de los hombres.

El efecto ha sido devastador. Si bien es cierto hemos logrado avances significativos en salud, tecnología, comunicación y otras ramas de la ciencia y procuramos con ello mejorar nuestra calidad y expectativa de vida, la espiritualidad centrada en el hombre ha provocado crisis, violencia, desilusión, frustración y desesperanza. Es triste leer de los actos cada vez más descontrolados que realiza el ser humano bajo el pretexto de que defiende sus ideas o persigue lograr sus sueños. Países inventan mentiras para iniciar guerras con otros países tan sólo por los recursos que puede obtener el primero avasallando al segundo; grupos étnicos tratan de borrar de la faz de la Tierra a cualquier otra etnia rival (sea esto por raza, costumbres o por creencias religiosas); el vándalo y atracador arrastra a la mujer indefensa que sea aferra a su cartera procurando evitar perder de los pocos recursos con los que cuenta; el hombre le arranca la vida a la mujer en defensa de su «honor mancillado». La lista no tiene fin. Cada uno encuentra en su pensamiento auto-centrado razones válidas para hacer como le place, pues el Estado (que viene a ser el divino rector) es tan corrupto y violento como el individuo mismo e incluso más.

Si continuara el hombre siendo el centro de lo divino, lo que nos espera no es más que el caos y la anarquía.

Vladimir Aquino Gatón

Mis Divinas Decisiones – Congreso JBC 2011

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Aquí les dejo las diapositivas del taller «Mis Divinas Decisiones», que compartimos el pasado Sábado 22 de Abril del 2011 en el Congreso Nacional JBC 2011 «En tu vida ¿Quién decide?«. Gracias a todos los que asistieron y compartieron con nosotros sus impresiones, y gracias a todos aquellos que expresaron las bendiciones que este taller significó para sus vidas.

En resumen, esta taller demuestra el porqué es necesario contar con Dios ante cada decisión de nuestras vidas. No hay decisión tan pequeña o tan insignificante como para que el creado no entienda lo que el Creador quiere. Sentir lo que Dios siente, escuchar lo que dice y hacer lo que hace u ordena hacer son la clave para tomar decisiones divinas en nuestras vidas.

Espero sea de bendición nuevamente.

Vladimir

PARÁBOLA DE LAS FLEXIONES DE PECHO

UN MENSAJE A LA CONCIENCIA – PARÁBOLA DE LAS FLEXIONES DE PECHO
Carlos Rey

Carlos Rey

por Carlos Rey

Esteban era el alumno más fornido de la clase de religión del profesor Pérez. Un día el profesor le pidió que se quedara un rato después de la clase, y le preguntó:

—¿Cuántas flexiones de pecho puedes hacer?

—¿Flexiones de pecho?

—Sí, también se conocen como planchas y lagartijas.

—¡Ah! Puedo hacer sesenta —le contestó Esteban.

—¿Sesenta? ¡Muy bien, Esteban! —lo felicitó el profesor—. ¿Crees que podrías hacer ciento veinte?

—No sé —respondió Esteban—; nunca he hecho ciento veinte seguidas.

—¿Qué tal si las haces en series de cinco? Para que mi plan dé resultado, necesito que este viernes hagas ciento veinte en series de cinco. ¿Crees que puedes hacerlo?

¿Cuántas flexiones de pecho puedes hacer?

"¿Cuántas flexiones de pecho puedes hacer?"

—Bueno, creo que sí. Por lo menos puedo intentarlo.

Y así quedaron. Ese viernes al comienzo de la clase el profesor Pérez sacó una caja llena de las galletas predilectas de todos.

El profesor se acercó a la primera niña en la primera fila y le preguntó:

—María, ¿quieres una galleta?

María respondió:

—Sí, gracias.

—Entonces el profesor se volvió a Esteban y le preguntó:

—Esteban, ¿puedes hacer cinco flexiones de pecho para que María reciba una galleta?

—Claro —dijo Esteban—, y comenzó a hacer cinco flexiones.

Tan pronto como Esteban terminó de hacerlas, el profesor puso una galleta sobre el pupitre de María. De ahí pasó a José, el próximo alumno, y le preguntó:

—José, ¿quieres una galleta?

Cuando José le dijo que sí, el profesor le pidió a Esteban que hiciera otras cinco flexiones, Esteban las hizo, y José también recibió su galleta.

Así procedieron hasta que terminaron la primera fila. Esteban hizo cinco flexiones por persona para que cada una pudiera recibir su galleta. En la segunda fila llegaron a Pedro, el capitán del equipo de fútbol. Cuando el profesor le preguntó si quería una galleta, Pedro respondió:

—¿Acaso no puedo hacer las flexiones yo mismo?

—No, las tiene que hacer Esteban —le contestó el profesor.

—Entonces yo no quiero una galleta —replicó Pedro.

No obstante, el profesor le pidió a Esteban que hiciera cinco flexiones de pecho para que Pedro recibiera la galleta que no quería, y le dijo a Pedro que si no quería la galleta, que la dejara encima del pupitre.

Al ver que Esteban sudaba y que ya no volvía a levantarse entre series porque le exigía demasiado esfuerzo, los alumnos de la tercera fila dijeron uno tras otro que no querían la galleta. Sin embargo, cada vez que Esteban hacía otras cinco flexiones, el profesor ponía una galleta en el siguiente pupitre.

Al final de la cuarta fila, los brazos de Esteban le temblaban con cada flexión, y gotas de sudor le corrían por el rostro, así como las lágrimas de los alumnos que lo observaban. Cuando terminó de hacer la última flexión, consciente de que había logrado hacer todas las flexiones necesarias, sintió que se le desplomaron los brazos y cayó de bruces contra el piso.

El profesor Pérez dijo entonces:

—Fue así como nuestro Salvador Jesucristo exclamó con fuerza: «¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!»Y consciente de que había hecho todo lo necesario para pagar el precio de nuestra salvación, se desplomó en la cruz y murió, aun por los que no querían aceptar esa salvación.