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AG estaba participando del tiempo de Oración y Estudio Bíblico de la iglesia en la que se congrega. Desde hace meses y debido a la pandemia y a las disposiciones del Estado de Emergencia decretado por el gobierno estos tiempos de adoración y reflexión en las Sagradas Escrituras congregan a los hermanos de de manera virtual. Cerca de las 8:30 PM recibe una llamada telefónica, y al comprobar quien llama (la Gerente de Recursos Humanos de la empresa en que labora) deja a su esposa en la computadora y sale al balcón a contestar la llamada. “Ay, perdona que te llame a esta hora”, dice ella, “es que YV me dijo hace poco que la llamaron de Salud Pública porque había dado positivo a la prueba del Covid.”

Ambos coordinan algunas cosas para la reunión de emergencia que sostendría el staff gerencial a primera hora del próximo día, y al colgar, AG busca una máscara para cubrirse el rostro y comunica lo que ocurre a su esposa y más tarde a los hermanos para que oren por YV. AG es hipertenso y su esposa es también hipertensa, y además diabética. Esa noche AG se mueve a otra habitación para dormir y separarse de su esposa y sobrino mayor, que desde hace meses esta varado en el país a causa de la pandemia y las restricciones de vuelo.

Al otro día, viernes, en la reunión de emergencia del staff, la empresa toma una serie de medidas urgentes: identificar compañeros de trabajo con los que YV tiene contacto y enviarlos a realizarse las pruebas de rigor. Hacer planes para enviar a la casa a quienes por la naturaleza de sus responsabilidades pueden hacerlo desde las casas incluso si no son del todo eficaces por la falta de recursos (internet de alta velocidad, por ejemplo). Considerar el introducir más turnos para separar todavía más a los empleados. Muchas acciones más se planean ante el momento presente, pero también los potenciales problemas a corto plazo.

YM, la eficiente Gerente de Recursos Humanos, procura conseguir la asistencia de la doctora responsable por el Ministerio de Salud Pública para asistir a la empresa en situaciones como estas. Una hora después logra hacer contacto con ella: está en un operativo del Ministerio en una de las comunidades empobrecidas del entorno del parque industrial, pero con la mala noticia de que teniendo 300 personas anotadas para verificar en esa jornada sólo contaba con los utensilios para tomar tres pruebas PCR, por lo que ni a los que estaban en su lista ni a los empleados de YM podía atender.

AG, entre tanto, es uno de los que es enviado a trabajar parcialmente a su casa. Consigue que su neumóloga le indique la prueba PCR y obtiene de ella los medios de contacto con uno de los mejores laboratorios de su ciudad. Escribe por correo electrónico y por WhatsApp (es el procedimiento del laboratorio para estas pruebas) pero no obtiene respuesta. Tampoco cuando escribe de nuevo en la tarde, ni tampoco cuando llama por teléfono un poco después. En la mañana del sábado trata de nuevo, sin obtener respuesta. Lo mismo ocurre con el laboratorio de la competencia.

AG decide hacerse una prueba rápida, y es referido a un centro de diabetes que ahora también hace pruebas rápidas para detectar la enfermedad. El resultado es negativo.

AG decide informar a sus hermanos en la iglesia el estatus de su salud, que todo marcha bien, pero que por precaución no asistiría al servicio dominical de adoración. Ese domingo, sin embargo, AG tiene fiebre. Una ligera fiebre le acompaña todo el día. En la noche la fiebre se va. El lunes, los laboratorios no responden. Llega el martes y finalmente recibe un correo electrónico del laboratorio:

“Buenos días. Hemos recibido su solicitud, favor ser paciente porque tenemos muchisimasssssssssssssssssssssssssss solicitudes. Muchas gracias por entender”

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YV llegó ese día a su lugar de trabajo como de costumbre a tiempo; siguiendo los controles de seguridad establecidos, usaba su mascarilla provista por la empresa, y verificó su temperatura antes de entrar al edificio, todo parece estar bien.

Un poco más tarde en el día, sin embargo, empezó a sentir su cuerpo débil, y el frío que las unidades de aire acondicionado transmitía parecía ser más intenso. Entonces decide ir a Recursos Humanos. Efectivamente, tenía fiebre. De inmediato es enviada a la unidad médica del parque industrial en el que labora y allí, con evidente cansancio y poco cuidado le hacen saber “usted no tiene nada, puede regresar a su trabajo”. Y ella regresó a trabajar, y más tarde a su casa.

Al día siguiente, jueves, y como medida de precaución YV es remitida junto a otros compañeros de trabajo para hacerse una prueba PCR para detectar el virus Sars-Cov-2 responsable por la enfermedad Covid-19. Ese jueves se sintió mejor, y todavía mejor el viernes; como siempre, enfocada sus labores y dando buenos resultados para sus empleadores. Para el lunes, la pequeña fiebre del miércoles anterior era un recuerdo lejano, sus labores requieren de ella concentración y enfoque. La semana transcurre sin mayores inconvenientes… hasta el jueves en la noche. El jueves, a eso de las 7:00 PM, siete días después de hacerse la prueba PCR, YV recibe una llamada de la doctora responsable de su caso por el Ministerio de Salud Pública: “Su prueba para Covid-19 ha salido positiva; usted debe aislarse en su casa y tomar muchos líquidos: jugo, sopa y té.”

Siete días entre la prueba y el resultado… siete días en los que muy probablemente pudo contagiar a dos o tres más. Quizás si en el centro médico del parque industrial hubieran procedido con mejor criterio. Quizás si los resultados de la prueba no hubieran tomado siete días… Ahora YV espera, tomando líquidos en casa, a que el virus y sus efectos no la golpeen tan fuerte, a que se recupere sin secuelas, y a que ella no contaminara a nadie en su familia, en su círculo de cercanos.