No fue este el primero de los conocimientos que adquirí en el bachillerato que necesitó ser revisado al ingresar a la Universidad Central del Este, por allá por el 1993. Recuerdo a mi profesor de física en secundaria definir para nosotros TRABAJO como «fuerza por desplazamiento», en consonancia con la ecuación que nos mostraba en la pizarra: W = F x D. Simple. ¿O quizá no tanto?
En la UCE aprendí que el asunto era algo más complejo: el trabajo es una unidad que mide resultados, que establece el efecto de la energía invertida para realizar algún esfuerzo, por esto a la definición del bachillerato se añadió la frase «en la dirección de la fuerza», o sea:
Trabajo es igual a la fuerza requerida para mover un objeto y el desplazamiento que resulta de aplicar dicha fuerza»
Recientemente, mientras celebraba con mis compañeros de Atlantic Caribbean Packaging el Día del Fundador (la corporación decidió honrar a Horace Carter y su lucha contra el KKK en Estados Unidos en los inicios de Atlantic), y al dirigirme a ellos durante el discurso de apertura, les comparaba los aspectos físicos del trabajo con los laborales. De la definición física antes compartida se desprenden tres corolarios:
- El resultado del esfuerzo invertido es cuando el objeto que lo recibe se mueve en más de una dirección.
- El resultado del esfuerzo invertido en el trabajo es veces nulo, cuando la dirección hacia donde se mueve el objeto es diferente a la de la fuerza que se aplica.
- De igual manera, es nulo el trabajo si no hay desplazamiento.
Llevar una carga pesada a cuestas, por ejemplo, no resulta en trabajo alguno, pues la fuerza se plica de manera vertical pero mi desplazamiento es horizontal.
Es entonces evidente que, para obtener los resultados que esperamos del trabajo, necesitamos enfocarnos en la dirección antes que en la cantidad de fuerza»
Muchos de nosotros, que somos empleados, no encontramos otra satisfacción en nuestro trabajo más que el cansancio y el sudor. Nos esforzamos cada día más, nos levantamos más temprano, nos acostamos más tarde, y al final todo parece seguir igual. Es que esforzarse más sin saber hacia dónde quiero ir no sirve para nada, tan sólo para estar cansado.
No me tomes a mal, no estoy diciendo que no es necesario esforzarse. Lo que digo es que todo ese esfuerzo debe estar bien direccionado para obtener resultados. Tu trabajo debe ser inteligente, no tan sólo duro. ¿Qué quieres lograr? Cuando sepas la respuesta a esta pregunta entonces direcciona tus esfuerzos hacia allí!